lunes, 28 de noviembre de 2011

LA TIERRA DE LAS LUCES

En la tierra hay cinco continentes, uno de ellos bañado por los mares
América es su nombre, y lo atraviesa la cordillera de los Andes
En América está Colombia, con sus climas impresionantes
En Colombia, se eleva dentro las montañas el departamento de Antioquia
Con sus ríos casi gigantes.

En Antioquia hay una tierra, donde en la meseta nacen
Pájaros de colores y los mejores quesos se hacen
Su nombre es Santa Rosa, y los Osos la habitaron
Es aquí donde los españoles
Hace más de medio siglo a Santa Rosa de Osos encontraron

En Santa Rosa el sol es esquivo.
Sin embargo hay un lugar, que lo aprecia en su hermosura
Quitasol es el nombre que lleva este lugar vivo
Que acoge a los visitantes con dulzura.

En Quitasol hay una escuela
Que se convirtió en Colegio
La llaman Boca del Monte
Y asi se estudia regio.

Cada día en las mañanas llegan los estudiantes
En carro, caballos y piernas
Se transportan rutilantes.

Los estudiantes en la escuela, la escuela en Quitasol, Quitasol en Santa Rosa, Santa Rosa en Antioquia, Antioquia en Colombia, Colombia en América, América en el mundo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

DE VISITA EN UN RINCONCITO DEL CIELO

El 8 de noviembre de esta año asistí a una de las escuelas rurales más lindas que he conocido: Centro Educativo Rural Francisco Carvajal Builes en la vereda La Amoladora, no sólo por su estructura física que parece una casita de muñecos, si no por la calidad humana de sus docentes quienes durante la visita se mostraron como libros abiertos que contaban historias, que compartían con palabras pedacitos de su Institución, que construían y reconstruían con nosotras, las maestras visitantes, todo el contexto de su vereda, de su escuela , de sus niños de preescolar a quinto con quienes comparten los más bellos, alegres, gratificantes y significativos momentos de sus vidas.

Como dice una de las docentes del centro Educativo: este lugar es un rinconcito del cielo. Además de que está un poco lejos, a hora y media de camino de la carretera principal del Municipio, es un lugar que brinda todo lo bello que seguramente brinda el cielo: tranquilidad, paisajes hermosos y acogedores que revelan la fuerza de la naturaleza y la comunión de la humanidad con ella, las caritas de los angelitos, de esos pequeñines que nos abrieron las puertas de su vida escolar y nos recibieron con alegría poniendo un poco de su vida en nuestras manos y dispuestos a llevarse de nosotros una huella en sus corazones.

Compartimos con la comunidad de La Amoladora sus caminos, sus paisajes, su escuela, sus libros, sus procesos escolares, sus profes, sus niños, su frío vencido por el calor humano. Todo mi ser visitó este lugar y una parte de él se quedó ahí y conmigo se quedaron los recuerdos, las historias, la experiencia y el aprendizaje sobre un escenario más de educación rural, sobre los procesos de adquisición de lectura y escritura de los chiquitines de esta escuela que una de las profes compartió amablemente conmigo. Se quedó conmigo el deseo de volver y de seguir visitando rinconcitos del cielo.


Por: Lina Marcela Restrepo

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Amoladora, una invasión de maestras.

En una alejada vereda del municipio de Belmira, Antioquia, con un muy particular nombre, La Amoladora, se encuentra ubicado el Centro Educativo Rural Francisco Carvajal Builes. Para llegar hasta allí hay que recorrer una carretera destapada. En carro, el recorrido puede tardar veinte minutos y caminando depende mucho del ritmo del viajante, en el caso de los personajes de la historia que viene a continuación, el recorrido tarda alrededor de una hora y media.

Pues bien, hacia ese escondido y pequeño lugar se disponían a viajar tres curiosas maestras de lengua castellana, quienes llevan algún tiempo tratando de mirar qué pasa, qué ocurre, desde diversas perspectivas, en aquellas escuelas ubicadas en sectores rurales. De esta manera y siendo las cinco de la mañana, emprendieron su viaje con la ilusión y la esperanza de quienes están comenzando a vivir nuevos caminos y nuevas experiencias en la vida.

Una vez en la escuela, después de varias horas de viaje y en medio de un clima frío pero acogedor, los niños, las maestras, los vecinos, las gallinas, los pollos, las vacas y los perros, todos parte de una misma comunidad y de un mismo sector, les dieron una cordial bienvenida, reflejando, en sus rostros, esa pregunta y esa curiosidad por saber quiénes eran esas profesoras que habían llegado, sin más ni más, a hacer parte de la escuela por unas horas, a robarse la atención de la mayoría de estudiantes y a romper, por un ratico, con la tediosa y a la vez necesaria, rutina.  


Comenzando entonces la jornada escolar, las maestras reunieron a los niños que habían asistido a estudiar aquella mañana del martes ocho de noviembre, con la intención de integrarse con ellos, de jugar y de mitigar, sólo un poco, el frío tan propio de la región antioqueña en que se encontraban.
Así pues, entre risas y un poco de algarabía, las maestras lograron presentarse y dar a conocer el por qué de aquella esperada visita. Una, la que cuenta con más experiencia, lo hizo a través del canto y del baile, otra, aquella que tiene el don de estar con los niños, entenderlos y escucharlos, lo hizo a través del juego y de la música, y la otra, la más joven y tímida frente a los niños, se presentó a través de sus palabras sin otorgarle mucha emoción a ese primer encuentro con los participantes de esta historia.

Siguiendo con la agenda del día, cada una de aquellas invasoras, de aquellas maestras, asumió, con algunos grupos de la escuela, ese papel de maestra que tantas dudas, seguridades, preguntas, miedos y alegrías le ha causado.


Así pues, mientras la profesora del don especial con los niños los ponía a volar su imaginación con un cuento titulado "Choco encuentra una mamá" en donde hay jirafas, osos, pingüinos, morsas y un hermoso pájaro amarillo, la maestra más tímida, llevó a sus niños hacia la época de navidad para encontrarse con una niña muy pobre conocida como “La vendedora de fósforos” quien, a través de la luz de sus cerillas, es capaz de ver todo lo que quiere y desea: comida, regalos, árboles de navidad, estrellas y, lo más hermoso, a su difunta abuelita. Entre tanto, la maestra de más experiencia dedicaba sus horas de visita a la observación de lo que, en ese día, en ese momento, estaba ocurriendo, algo, un tanto, fuera de lo normal.

Un tanto no, muy fuera de la normal, pues aunque los cuentos que aquellas invasoras compartían con sus estudiantes fueron diferentes, hubo algo que las mantuvo conectadas, tanto a ellas como a los niños, y se trataba, nada más y nada menos, que de los personajes de los cuentos leídos; se convirtieron ellos, a manera de títeres, en los nuevos entrometidos a las aulas de la pequeña escuela. Ya no eran, entonces, sólo las maestras quienes invadían la escuela, sino que jirafas, pingüinos, estrellas, niñas, abuelitas, pájaros y morsas también hacían parte de esa particular mañana. 


Sin embargo, la jornada debía transcurrir y los personajes de los cuentos debían volver a su lugar, pero…no, esto no fue posible, puesto que fueron los estudiantes quienes hicieron, a través de su creatividad, que estos personajes tomaran vida, así que no había lugar más adecuado para darles refugio que sus propias maletas, de útiles y de sueños.

Pero las maestras invasoras no se iban aún, ni para un cuento ni para una maleta, ellas seguían siendo parte de la escuela, seguían preguntando y observando: la del don especial lo hacía desde los primeros pasos de lectura y escritura en los más pequeños estudiantes, la más tímida lo hacía desde el arte y su función de éste en la escuela, y la otra, la de más experiencia, leía y miraba el cotidiano trabajo en la llamada Escuela Nueva. Ellas seguían tejiendo, en sus cabecitas, tal vez, sus ideas sobre el ser y el hacer como maestras, seguían, quizás, cuestionando y reflexionando sobre esas míticas y, al mismo tiempo, reales escuelas rurales.

Y en medio de todos esos sentimientos que a cada una de ellas les sugirió esta planeada invasión, llegaba la hora de comenzar a despedirse de la escuela, de los niños y de las maestras que las acogieron, que les dieron la bienvenida y las invitaron, con cortesía y sencillez, a regresar a ese pedacito de cielo.

Las maestras invasoras debían retornar a sus labores  y, para ello, debían tomar ese camino empedrado de La Amoladora por el cual habían llegado. Entre los pasos y los paisajes que acompañaban este viaje, iban dejando atrás un lugar cargado de historias y de sueños, y la maestra más tímida, iba con el silencio y la nostalgia que implica cualquier partir pero con la esperanza y las ganas de poder regresar.

Por: Laura María Giraldo García

El Roble…mucho más que una entrevista.

Fachada del C.E.R.El Roble

Después de haber tenido dos valiosos encuentros con contextos de educación rural en instituciones educativas ubicadas en veredas y corregimientos, había llegado la hora de visitar ese lugar del que tanto había escuchado hablar, esa escuela que, con sus ejes temáticos, planteamientos y teorías (guías de aprendizaje, niño como artífice de su conocimiento, etc.) reducía y generalizaba, en muchas ocasiones, a la educación rural del país, la escuela nueva.

Llegué allí, al Centro Educativo Rural El Roble en la mañana del viernes veintiocho de octubre, con la idea de realizar unas entrevistas y con el propósito de obtener datos e información para el trabajo de investigación próximo a emprender sobre aquellas prácticas de lectura y de escritura inmersas en los escenarios educativos rurales. Sin embargo, más allá de la tarea que debía realizar, la visita a El Roble fue una oportunidad para continuar pensando en torno a la educación rural, a la educación del país y a ese gran mundo, ese otro mundo, que puede representar una pequeña escuela ubicada a unos cuantos metros de la cabecera urbana del municipio de Santa Rosa de Osos.
 

Así, en medio de esa fría y lluviosa mañana y una vez recorrida la carretera, un tanto empedrara, que permite la llegada a la escuela, la profesora Paula fue quien me dio la bienvenida y quien me guió por el único pasillo que hay en el centro educativo, en donde están ubicados tanto el restaurante escolar, el aula de clase para las dos maestras que allí trabajan, así como los baños, el centro de recursos y el cuarto del rebujo.


Mientras tanto, mientras trataba de reconocer y de entender ese espacio que me acogería durante las próximas horas de mi estadía en el Norte antioqueño, los pocos niños que estudian allí iban llegando para disponerse a estudiar, unos corriendo para no mojarse, otros con paraguas y en compañía de sus mamás y otros tantos con la paciencia y la calma de quienes no tienen afanes ni preocupaciones en la vida; llegaban pues aquellos niños de botas pantaneras, con la propiedad de saber que ese espacio les pertenece, pero con la intriga de saber quién era esa persona que ese día los acompañaba, esa extraña que portaba una cámara fotográfica y quien, desde la puerta del salón, los saludaba y les daba, ahora, la bienvenida.

Después de la obligada oración mañanera, esa que también tenía que repetir yo en mi escuela de primaria y que de inmediato recordé: “esclarece la aurora al bello cielo, otro día se vida que nos das, gracias a Dios creador del universo, oh Padre Nuestro que en el cielo estás…”, comencé con aquel incomodo pero interesante trabajo de observación etnográfica. Me atrevo a llamarlo incomodo porque una presencia extraña en la escuela no deja de ser un obstáculo para el desarrollo normal y cotidiano de cualquier tipo de actividad; los niños, en lugar de mirar a la maestra, quien les daba los primeros pasos para realizar sus trabajos con las guías, no paraban de observarme, parecía que ellos también estuviesen asumiendo ese papel de etnógrafo que, ese día, debía encarar yo.

Sin embargo, acostumbrándome a esas inocentes y sinceras miradas, no quería perderme ningún momento de aquella jornada escolar, no quería perderme un sólo capítulo de la historia en que se estaba convirtiendo esta escuela nueva; las actitudes de los niños, de las maestras, el trabajo con las famosas guías de aprendizaje, el asunto de trabajar por pequeños grupos, observar una clase magistral únicamente para los estudiantes de preescolar, mientras quinto y tercero no abandonaban sus cartillas, la entrega del desayuno, el aseo, todo esto y mucho más era de lo que quería ser testigo, eran los momentos y los encuentros que quería retratar y de los cuales pretendía aprender, contaminándome de preguntas, de respuestas y, sobre todo, de ese hermoso y real lugar que me resultaba el Centro Educativo Rural El Roble.
Estudiante de 3º

Entonces, más allá de haber realizado diversas entrevistas, de las cuales obtuve valiosos datos y un gran encuentro con las voces principales de quienes hacen parte de la escuela (me refiero a maestros, padres de familia y estudiantes), tuve la oportunidad de verme de frente con una de las múltiples realidades de las escuelas nuevas del país, ésta es sólo una, pero como ella deben existir miles que tengan dificultades para los recursos, que no posean suficientes elementos tecnológicos para realizar actividades extras, que no tengan luz eléctrica para algunos espacios del Centro, que la comunidad no se relaciona, como se piensa que debe ser, con la escuela, que por la lluvia muchos niños no van a estudiar, que el acompañamiento por parte de las familias en la formación escolar es muy poca y , algo un tanto desesperanzador, que la mayoría de estudiantes no tienen la oportunidad de continuar con sus estudios, porque sus condiciones económicas no lo permiten y deben quedarse en sus hogares, en sus fincas, la mayoría, trabajando en las actividades del campo, otros, simplemente, continuando sin afanes, tal y como llegaban ese día a la escuela.

Haber estado en este lugar, haber sido testigo de varias historias allí implicadas, haber recibido múltiples gracias y sonrisas por parte de aquellos curiosos niños, en fin, haber hecho parte del Centro Educativo Rural El Roble por un día, me confirmó, una vez más, la idea de lo mucho que aún me queda por aprender, de lo mucho que puedo entregar yo como maestra de lenguaje y, sobre todo, de las realidades de la educación del país y de los grandes “conflictos” en que los maestros rurales se ven inmersos cuando falta más acompañamiento y más apoyo por parte del estado a este tipo de escuelas, las cuales lo que pretenden es comenzar a brindarle a los habitantes de las veredas un espacio para el aprendizaje y para abrir las puertas hacia un futuro que, si bien no tiene que ser lo principal, sí es lo más necesario cuando de oportunidades y de progreso se trata, cuando estamos en una sociedad educativa que clama por resultados y por todo aquello que tiene que venir después.  

Por: Laura María Giraldo García

domingo, 23 de octubre de 2011

San Isidro, reconociendo un espacio
La posibilidad de mirar lo propio desde una visión alterna, reconociéndose en cada uno de los espacios que se tiene la oportunidad de conocer no es muy común, en este caso la experiencia de la visita al corregimiento de San Isidro fue una excusa perfecta para convocar situaciones, experiencias y sentimientos que confluyen en la posibilidad de mirar hacia dentro, evocar recuerdos, momentos y ante todo pre-conceptos que dan origen a una nueva experiencia, sorprendente tal vez por sus resultados, tal vez por lo que queda en el tintero.
Llegue a San Isidro temprano con una meta “identificar prácticas de lectura y escritura mediadas por la escuela”, salí en la tarde con más resultados de los que me esperaba, con respuestas a preguntas que no me había hecho de forma explícita pero que estaban en mi mente o fueron surgiendo en la visita.
Habitar la biblioteca durante una hora en la que pude ver los libros a los cuales tienen acceso los estudiantes, deleitarme con la lectura de un texto infantil y dejarme atraer por el brillo de los record guiness, fue solo un abrebocas para dar luego un paseo por el lugar, reconocer su espacio, la calle de empedrada, las montañas, la lejanía de los hogares de algunos estudiantes cono Adriana, mi guía en este corto recorrido.
La biblioteca y el lugar, ya me estaban ofreciendo lecturas de lo que se vive en San Isidro, con la posibilidad que tienen los estudiantes de leer textos de diferentes clases y temáticas, que les permiten conocer contextos mundiales, ahora la pregunta es ¿con cuanta frecuencia se acercan a la biblioteca?, ¿cómo leen los habitantes de San Isidro a su corregimiento?, Adriana me dio algunas respuestas desde su punto de vista, ella lee a San Isidro como un lugar muy bonito, en el cual a pesar de la distancia de su casa tiene la posibilidad de estudiar, define que “aquí la gente es muy amable, excepto por el padre que es muy regañón…el colegio es muy bueno, los profes nos ayudan mucho y se esmeran por cada uno de nosotros”, me llama mucho la atención la actitud de Adriana, con sus sueños, con la expectativa de formarse como maestra y de venir algún día a devolver en su tierra algo de lo que ella ha recibido.
Durante la clase con los niños y niñas del grado cuarto tuve la posibilidad de trabajar al lado de mi compañera Lina y con el apoyo de uno de los docentes, este momento fue muy interesante porque me ayudó a redescubrir la vocación de ser maestra de niños, algo que evoca mis temores, el pasado, el origen de mi vocación y la posibilidad de aprender de Lina la claridad con la cual se acerca a los niños y en su lenguaje es capaz de transmitirles cualquier tipo de información sin poner barreras.

El gato bandido de Rafael Pombo fue una excusa perfecta para llegar a los integrantes del grado cuarto, cantar con ellos y luego incitarlos a componer música con instrumentos de un gran valor, para ello iniciamos decorando tubos de papel higiénico, aparecieron vinilos, dedos convertidos en pinceles y una gran capacidad de los niños para trabajar en equipo.
Inicialmente me sentí preocupada al ver que muchos de los niños no habían traído el tubito de papel, afortunadamente con los que Lina y yo teníamos pudimos organizarlos por equipos y ver sus capacidades para organizarse como grupo y para repartir responsabilidades.
La interacción con mediadores como el computador, se presenta de una forma muy natural, en la cual los niños disfrutan al ver el video de un texto lírico que presenta situaciones reales. Michin, el gato bandido llegó al salón de cuarto de San Isidro y se instaló por un buen rato. En la voz de Juanes se escuchó sonar una canción que se convirtió en mensaje y que me deja la reflexión acerca de cómo es posible enfrentar la violencia desde una visión infantil, reconociendo situaciones que han pasado y se han quedado en la memoria, pero más que eso la enorme capacidad de los niños para asumirse dentro de la comunidad a la cual pertenecen y narrarse desde las historias que la habitan.
De San Isidro me quedo con grandes aprendizajes, con el compromiso de volver muchas veces y tratar de reconocer cómo influyen las múltiples voces y culturas que llegan a su escuela en el desarrollo de la comunidad.



Alexandra Monsalve

domingo, 9 de octubre de 2011

EL GATO BANDIDO VISITÓ A SAN ISIDRO

En la jornada pedagógica llevada a cabo el 16 de octubre del presente año en la Institución Educativa San Isidro de Santa Rosa de Osos, algunos afortunados estudiantes de Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia tuvimos la oportunidad de realizar un taller sensacional sobre la enseñanza de la lengua y la literatura a través del arte. 

Trabajé junto a mi compañera y amiga Alexandra en grado cuarto. Compartimos con los estudiantes una experiencia muy significativa al lado del Gato Bandido, personaje central del poema de Rafael Pombo que tiene este título y que además es musicalizado por nuestro cantante Juanes:



Se realizó todo un trabajo de retroalimentación entre el arte y el lenguaje que permitió una reflexión sobre cuánto y cómo podemos aprender literatura mediante la música. Recuerdo cuanto les gustó a los niñ@s ver el video de la  canción de ese Gato tan malo y se sorprendieron aún más cuando supieron que quien cantaba era nada más y nada menos que Juanes; les parecía increíble escucharle una canción infantil al artísta de pop más reconocido en el país.

Al entregarles la copia escrita del Gato Bandido  y contarles que era un poema de Rafael Pombo (a quien los chicos conocían porque lo estaban trabajando en clase de español) y que Juanes decidió ponerle ritmo interpretándolo en una canción, la admiración fue mayor. Así fue como los estudiantes, en este encuentro, experimentaron el arte como un posible maestro de la literatura... Ellos mismos compusieron música para algunos poemas infantiles de autores colombianos que se les entregaron por equipos. Para la socialización de esta producción musical utilizaron unos sonajeros hermosos que elaboraron con tubos de papel, vinilos, cartulina y arroz. Nada que envidiarle a unas maracas profesionales, pues estos instrumentos sonaban de forma especial, emanaban notas de alegría, agrado, creatividad, compromiso y trabajo en equipo.

Creando sus instrumentos para la Gran Presentación Musical

Los Barrenderos... musicalizaron el poema titulado La Escoba


Que encuentro tan bonito y enriquecedor!!! los niños componiendo música para poemas, haciendo su presentación primero ante los compañeros de grado y luego a los chicos de quinto: cantaron, tocaron con su sonajero y hasta montaron coreografías... Con una experiencia así como no comprender todo lo que la literatura y el arte nos puede ofrecer.

En este Corregimiento San Isidro, en esta Institución Educativa se trabaja delicioso con la comunidad. Los niños son atentos, participativos, creativos y muy amables. El paisaje que los rodea, esa comunión con el campo, la naturaleza y la tranquilidad y serenidad que su entorno manifiesta, posibilitan una conexión maravillosa entre intereses y sentires, entre esta comunidad y mi ser. 


Estoy segura que ese Gato Bandido se quedó en los corazones de los niños de cuarto grado siendo un poco más bueno, dejándose contagiar de la nobleza y carisma de esos pequeñines, de la comunidad educativa en general que nos recibió con los brazos abiertos...




Lina Marcela Restrepo Arcila                
               

domingo, 25 de septiembre de 2011

Entre los actos de la dramaturgia y del teatro (Entre los paisajes y las paredes de San Isidro)

"Mira mis ojos, se encuentran rojizos y lagrimosos,
 pues están cansados de resistir radiantes soles 
y frías noches enteras"
Daniela Taborda Taborda.[1]

Que sea este frío domingo de septiembre, la oportunidad perfecta para comenzar a escribir y a recordar el encuentro vivido con los estudiantes de décimo de la Institución Educativa San Isidro; un encuentro cargado de múltiples voces, lecturas, palabras, un poco de música e inesperadas imágenes.
Así pues, me encontraba una vez más entre esos hermosos paisajes del norte antioqueño, en medio de una carretera que, esta vez, no fue tan impactante, y con mi mente dispuesta ya en la institución y en lo que sería el resto de esta imborrable jornada.

Volver a estar con el grado 10º era, para mí, un reto y un compromiso personal, pues quería compartir nuevamente con aquellos estudiantes, quienes me dieron la bienvenida en mi primera visita a San Isidro, y a quienes, quizá, no les entregué todo lo que podía haberles ofrecido.

Fue, entonces, con la dramaturgia y con el teatro, dos temas que se juntan y que me apasionan, con lo que decidí compartir con los estudiantes esta vez; digo compartir con ellos, porque no eran temáticas nuevas ni ajenas. Como me contaron al comienzo de la clase, ya habían realizado una obra de teatro y hasta escrito un monólogo, hace un par de años.

William Shakespeare
Con esta conversación inicial sobre lo que conocían y sabían de teatro, con mi presentación y el porqué de mi visita, comenzamos a profundizar en el tema y qué mejor manera de hacerlo, que con un breve recorrido por la historia de la dramaturgia, con unos cuantos artistas, desde los más clásicos de la cultura griega, hasta llegar a nuestros contemporáneos y colombianos dramaturgos. Fue así como Sófocles, Moliere, Shakespeare, Lorca, Enrique Buenaventura y otros tantos, estuvieron con nosotros durante estas horas de clase. Nos acercamos, también, a algunas de sus obras y a lo que significa realizar una lectura dramática, la cual es, de manera simple, una lectura grupal, colectiva y creativa, en donde se escuchan diversas voces y el encanto de ceder la palabra a otro, un otro que bien puede ser un compañero o el profesor.

De esta manera, una vez finalizada la lectura sobre los dramaturgos con sus respectivas obras, dimos paso a la distinción entre ese extraño término que es dramaturgia y el sentido de teatro, dejando claras algunas características de ellos y en qué momentos hacíamos uso de cada uno. Para ejemplificarlo, entonces, les presenté dos textos dramáticos; el primero fue una obra que escribí hace un par de semestres para el curso de Teatro (mal llamado, por cierto), la cual titulé La muñeca de Sonia y fue muy bonito sentir sus caras de asombro al decirles que la obra era de mi autoría; la leyeron con mucho ánimo, se notaron activos y despiertos con la actividad, siguiendo, claramente, la idea de la lectura dramática. El segundo ejemplo que les compartí fue un fragmento de un texto dramático titulado Háblame como la lluvia y déjame escucharte del autor estadounidense Tennessee Williams, en donde, pese a existir dos personajes, es uno quien lleva la voz gran parte del tiempo, esto con el fin de ilustrar la idea del monólogo, un ejercicio que realizarían posteriormente. Les dejo aquí un pedacito de la puesta en escena de la obra, es decir, del teatro, del arte de la acción (a propósito de lo abordado en la clase):



Y llegando ya al final de la clase, dimos paso al temeroso y trágico momento de la escritura del monólogo, el cual iba acompañado de fotografías de afrodescendientes y de música realizada por ellos. La idea central de este momento era que los estudiantes se arriesgaran a la escritura de un texto dramático, teniendo en cuenta las sugerencias anteriormente dadas y los ejemplos que acabábamos de leer, motivados por las imágenes y el sonido de algunos personajes sin nombre, sin cuerpo, sin un lugar en el mundo, pero sí con un rostro al que tenían la posibilidad de otorgarle todo eso que le faltaba; era un momento, en últimas, para pensar un poco en aquellos en los que, rara vez, nos atrevemos a pensar.

Dibujo realizado por Jorge Ramírez
Y así, entre negativas para realizar la actividad sugerida, entre silencios, muchos silencios (a pesar de que durante toda la clase sus voces fueron primordiales), y entre aquellos jóvenes que sí se arriesgaron a escribir y a darle vida a ese rostro negro, junto con aquél quien, en lugar de escribir, decidió regalarle una ilustración a La muñeca de Sonia, fue culminando la clase de español de los estudiantes de grado 10º de la Institución Educativa Rural San Isidro. Fue este espacio, entonces, un encuentro que permitió escucharnos, leer, escribir (aunque fuera poco) y hasta dibujar, nos permitió aprender y reflexionar. Todos fuimos, finalmente, los actores principales de esta obra.  

Se iba acercando, ahora, el momento de compartir todo esto con los estudiantes de 11º (otra historia, otra experiencia habitada, también, por muchos silencios) y el momento de retornar a la ciudad, hacia donde iba cargada de un sinfín de sensaciones, de preguntas, de ideas… y con el ánimo de no olvidar esta historia de la cual es sólo el comienzo.

[1] Fragmento de Ten piedad de mítexto dramático escrito por la estudiante Daniela Taborda Taborda, del grado 10º de la Institución Educativa Rural San Isidro

Publicado por: Laura Giraldo García.


lunes, 5 de septiembre de 2011

EN SAN FELIX... CON LOS CINCO SENTIDOS

La jornada pedagógica que se llevó a cabo en San Félix en el municipio de Bello se convirtió en una grandiosa oportunidad para la investigación en el campo de la lengua y la literatura en contextos de educación rural. En esta visita, si bien realizamos intervenciones académicas con los estudiantes como maestros en formación, también enriquecimos nuestro proceso pedagógico mediante el contexto rural; se llevó a cabo un trabajo de retroalimentación en el cual tanto la Institución Educativa Rural San Félix como nosotros, estudiantes de Licenciatura en básica con énfasis Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia, fuimos participes de un significativo  intercambio de intereses y saberes.

La primera parte de la jornada la compartí con los estudiantes del grado once. Con ellos realicé un taller de lectura y escritura desde el texto narrativo. Éste inició con una  activación de saberes previos sobre el texto narrativo que se realizó mediante la reconstrucción de un cuento popular: “Caperucita Roja”, todos los estudiantes  participaron motivados contando de manera oral una parte del cuento lo que sirvió como pretexto para adentrarnos en un conversatorio  grupal guiado sobre la temática del Texto Narrativo. Luego se realizó  la motivación para la actividad central con la lectura del cuento “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga, que por cierto no le gustó a la mayoría de los jóvenes del curso quienes lo imaginaron desde el priincipio mucho más terrorífico y de suspenso. Seguidamente les entregué unas consignas a los estudiantes con frases que debían incluir en su producción textual. Las consignas indicaban suspenso y con base en ellas tenían que escribir su propio cuento. Para finalizar se socializaron algunas producciones de manera voluntaria, de igual forma participaron en comentarios sobre las creaciones de sus compañeros. Esta actividad fue un éxito, los muchachos leyeron y escribieron sin ninguna dificultad, lo hicieron de manera creativa, e ingeniosa, lograron unos cuentos fabulosos que podían descrestar a los lectores. El mayor temor de los chicos antes de iniciar su proceso de escritura fue "La mala ortografía" dicho por ellos mismos quienes preguntando a los compañeros, a mí y al diccionario fueron entrando en confianza encontrándole el sabor al ejercicio propuesto de producción textual.   



En la segunda parte de la visita realizamos un Carrusel sobre Publicidad para l@s niñ@s de primaria. Aquí trabajé con ellos en la Base # 1: Volantes... que ejercicio tan bello, que experiencia tan bonita poder escuchar y leer a aquellos pequeños. 

La actividad consistía en que el amigo Pachín (títere) y yo les contábamos a los niños que son los Volantes y se realizaba un conversatorio con preguntas dirigidas sobre este medio de publicidad: ¿conocen algunos volantes?, ¿cómo son?, ¿para qué sirven? Se les muestran algunos Volantes. Luego se invitó a los niños a pensar en lo que más les gustaba de su Institución y porqué invitarían a otros niños a estudiar en ella. Participaron voluntariamente contando sus ideas. Se les entregó una hoja a cada niño para que, a partir de dibujos y escritura (como ellos supieran), elaboraran un volante para contar algo sobre su colegio e invitar a otros niños a matricularse en él.


Los resultados de esta actividad no fueron menos maravillosos que los del primer taller, la mayoría de los niños se dejaron motivar por el tema que les convocaba para escribir, nada más y nada menos que su colegio. De su Institución los niños hablaron cosas hermosas como que era la más linda del mundo, que las profes eran muy "enseñosas", que les daban vitaminas (para referirse al refrigerio escolar) y que aprendían cosas que no sabían... 

Esta actividad con los pequeñines se convirtió en otra forma de leer la Institución misma, su contexto, sus interacciones. 






Fabuloso estar en San Felix... vivirlo, sentirlo, respirarlo, escucharlo, observarlo, saborearlo aportó oro a nuestro trabajo investigativo, a nuestra práctica pedagógica, a nuestro ser como maestr@s.


Lina Marcela Restrepo A.

Y DECIDÍ SER MAESTRA... Experiencia Significativa



                                                                         Y decidí ser maestra justo después de que toda mi niñez la dediqué a jugar "Escuelita" y a "Ser la Profe"... Recuerdo esa Escuelita en el corredor de mi casa, con loncheras de verdad que yo, la profe, les regalaba a los niños (galletas, pan o si tenía dinero, confites), les hacía cuadernos con hojitas recortadas y pegadas con unos clics de colores que me enviaba una tía de EEUU, les prestaba lápices, todo con tal de que se sintieran felices de estar en  mi escuela y poder "jugar a eso tan bueno y tan bonito". Ese juego que, a la vez era soñar con la vida misma, empezó  a ser una linda realidad cuando entré a Estudiar a la Normal Superior de Envigado. Ingresé a estudiar allí cuando tenía 9 años al grado cuarto y desde que entré por primera vez a mi colegio me di cuenta que era el lugar dónde deseaba estar y estudiar hasta que estuviera grande como las practicantes que eran las jóvenes de 10 y 11 que hacían sus prácticas con nosotros los niños de la primaria. 

Estudiar en al Normal fue todo el tiempo una experiencia significativa porque enriquecía mi ser constantemente y alimentaba sin límites mi decisión de ser maestra. Una de las cosas que me más me gustaba era el trabajo con las practicantes; me encantaban las clases que ellas nos daban, eran totalmente diferentes a las de la profe titular del grupo. Nos proponían actividades que llamaban toda nuestra atención por su creatividad, eran divertidas, innovadoras y siempre nos enseñaban algo nuevo; el material que empleaban era fantástico, colorido, agradable a la vista. Estos espacios eran algo así como cuando un niño abre un regalo y sabe que lo que hay dentro de la envoltura es algo que deseaba con todas sus fuerzas. Cada que tenía un encuentro con ellas pensaba que yo quería ser así y elaborar materiales tan bonitos y actividades tan chéveres como las que ellas hacían. Y disfruté de las clases con las practicantes dos años, cuarto y quinto de primaria. 

Cursé también mi bachillerato en este fabuloso colegio, no me cambiaba por nadie y cada detalle afirmaba mi vocación, desde el uniforme hasta la profe con la que me identificaba, aquella quien era mi referente para decir: “yo quiero ser así”. El elemento que más marcó mi vida como estudiante en un bachillerato con énfasis en pedagogía fue, indudablemente, las prácticas pedagógicas. Las inicié en noveno cumpliendo unas horas de Vigías de Salud en un Preescolar privado, habían 12 estudiantes que oscilaban entre los 2 y 4 años de edad, yo no les daba clases, sólo acompañaba a la docente en sus múltiples actividades con los niños, era maravilloso hacer parte de ese lugar. En décimo y once empezamos a hacer las prácticas en la primaria de la Institución, es decir, que ya había llegado el tiempo de ser como esas muchachas que hacía seis años le cambiaban el color a las clases de los niños haciéndoles más amenas sus jornadas escolares; ahora si planeaba y ejecutaba unas clase orientada por la docente de práctica y por la docente del grupo que nos acompañaba y nos orientaba todo el tiempo; que lindas y significativas experiencias cuando interactúas con esos pequeñines que por primera vez te llaman “profe”… que fortaleza te da esa palabra para seguir adelante en tu formación pedagógica.
Con respecto a la docente con quien me identificaba en bachillerato, puedo decir orgullosamente que era  con la profe de Lengua Castellana. Esta área era la que más me había gustado desde siempre, al contrario de muchos, no porque me gustara mucho leer, sino porque me encantaba escribir. En las clases de español llevábamos dos cuadernos el de los contenidos del área y otro que era sólo para escritura espontánea, la profe ponía el tema y libremente los estudiantes escribíamos un cuento, una poesía, o una reflexión o un “ensayo”. Yo escribía, recuerdo, cosas muy bellas y decoraba las páginas con todos los detalles posibles, así solemos ser las normalistas, y cuando empezaba la clase era de las primeras en levantar la mano para socializar mis producciones por las cuales la docente me felicitaba haciéndome sentir que tenía muchas capacidades para esta linda tarea de escribir. Así transcurrió mi bachillerato, dando buen rendimiento en todas las áreas, excepto en matemáticas; y en Español a parte de tener un nivel de desempeño alto, era la materia que más disfrutaba y con la cual identificaba todos mis intereses académicos.


Continué el Ciclo Complementario, inicié mis estudios como Normalista Superior en el énfasis de Lengua Castellana. En estos dos grados tuve mi primer acercamiento significativo con la literatura. Recuerdo un curso en especial que fue la puerta para este encuentro con la lectura, con la literatura: Teorías Literarias. A partir de ahí inicié con hábitos de lectura que hasta entonces no había desarrollado y empezó a gustarme, ya no sólo escribir, sino leer, leer cada día más.

Me gradué entonces como Normalista Superior de Envigado en el año 2004 y obtuve una mención como Mejor Normalista Superior Énfasis Lengua Castellana. Dicha mención la obtuve por la excelencia académica durante el proceso de formación y por la calificación de 4.9 en el trabajo de grado realizado en el Ciclo Complementario sobre los niveles de conceptualización de lectura y escritura en los niños.

Así pues, las experiencias más significativas en mi proceso de formación como docente se resumen en dos hermosas realidades: jugar Escuelita y ser Normalista...


Lina Marcela Restrepo A.  

sábado, 3 de septiembre de 2011

San Félix: Alimentados por la diversidad.

Por: Iván Fernando Pérez Loaiza.

“hay que actuar con realismo e idealismo en la búsqueda de lo que se puede hacer y hacerlo sin horizonte utópico que nos lleve a inventar lo inédito viable y atrevernos a incursionar por caminos no transitados.”  Paulo Freire
Entendemos que, para el hombre, el mundo es una realidad objetiva, independiente de él, posible de ser conocida, Sin embargo, es fundamental partir de la idea de que el hombre es un ser de relaciones y no solo de contactos, no sólo está en el mundo sino con el mundo. De su apertura a la realidad, de donde surge el ser de relaciones que es, resulta esto que llamamos estar con el mundo.
Hay una pluralidad en las relaciones del hombre con el mundo, en la medida en que responde a la amplia variedad de sus desafíos, en que no se agota en un solo tipo ya establecido de respuesta. Su pluralidad no se da frente a los diferentes desafíos que parten de su contexto, sino frente a un mismo desafío. En el juego constante de sus respuestas, se altera en el propio acto de responder, se organiza, elige la mejor respuesta, se prueba, actúa, hace todo eso con la certeza de quien usa una herramienta, con la conciencia de quien está delante de algo que lo desafía.
A partir de las relaciones del hombre con la realidad, resultantes de estar con ella y en ella, por los actos de creación, recreación y decisión, éste va dinamizando su mundo. Va dominando la realidad, humanizándola, acrecentándola, con algo que él mismo crea; va temporalizando los espacios geográficos, hace cultura. Y este juego de relaciones del hombre con el mundo y del hombre con los hombres, desafiando y respondiendo al desafío, alterando, creando, es lo que no permite la inmovilidad, ni de la sociedad ni de la cultura.
A partir de esta introducción podemos adentrarnos a una visión mas propia del espacio que hoy nos ocupa y de un contexto especifico que nos congrega: “institución educativa San Félix”, y desde allí observar las diferentes experiencias y conclusiones que nos dejan este cercamiento real a un espacio educativo concreto.
Cada experiencia es significativa en una escala en donde diferentes circunstancias nos impactan, nos recrean, nos retroalimentan y desde  este punto de la retroalimentación es que tratare de contar mi experiencia en este contexto educativo.
La experiencia durante el ejercicio me permitió conocer dos espacios concretos de la vida escolar, en un primer momento la relación entre maestro-estudiante y en un segundo memento la relación entre pares.
Mi ejercicio de aula nuevamente me resulta plenamente gratificante, pues es en el aula en que verdaderamente se alcanza la plenitud del trabajo hecho con satisfacción, es decir, el contacto entre maestro-alumno es quien finalmente te lleva a responder a la bolsa de inquietudes que llevas en el maletín de tu cabeza, ese cuestionamiento constante de ser maestro alcanza la solución en el contacto cara a cara con tus estudiantes, con esas personas que te reconstruyen con cada palabra o situación propia del aula, estos seres que se quedan pero a la vez te devuelven el conocimiento sin antes no alimentarlo con aquel sabor indescriptible que cada personita le da desde su particularidad.
El trabajo de aula te motiva para que refirmes tu vocación de ser maestro, te llena la mochila del corazón y te aliviana, se vuelve un solo ser en la interacción personal de os sujetos en sus diferentes dinámicas aquel que desea conocer y el otro que desea profundamente vaciarse como un vaso para ser conocido y dar a conocer, es decir el poseedor de la luz mas no de la verdad absoluta que en el contacto con el otro van creando una verdad conjunta su propia verdad, y que es esto sino la verdadera educación.
En un segundo momento mas allá de la critica en la relación entre pares, entraría en una reflexión acerca del verdadero y comprometido maestro rural, aquel que acompaña y guía, aquel que esta profundamente convencido mas que de su trabajo de su vida misma que se resume en educar, mas allá de criticar el sistema el maestro reconstruye, mas allá de el vacio discursivo o el deseo de sobresalir el maestro es el humilde servidor de la comunidad a la cual se debe y por la cual trabaja.
Los verdaderos  maestros rurales colombianos  son aquellos profesionales que conocen de cerca  la situación social de las familias del campo, porque conviven en medio de las dificultades de acceso a sus lugares de trabajo y de igual manera han observado cómo los pequeños estudiantes deben afrontar dificultades para asistir a la escuela. De igual manera reconocen las fortalezas  que  tienen las escuelas rurales: mayor conocimiento del entorno inmediato y de las familias que componen la vereda.
Muchos docentes han tenido que adaptarse a un ambiente hostil, originado en la violencia sociopolítica y del narcotráfico que ha dificultado la vida en el área rural, de tal manera que es el docente rural un conocedor valiente ,que no solamente lleva conocimiento al aula o lo ayuda a descubrir a sus  alumnos, sino que reconociendo profundamente algunos síntomas de los problemas de su país, ha contribuido a dar a los pequeños voces de  aliento ante las dificultades , pero su labor pedagógica no debe quedarse en adoptar una  actitud  pasiva, sino transformadora , ayudando a los menos letrados a comprender el mundo y las actuaciones humanas; ayudar a crear conciencia de las dificultades ,para que puedan abrirse paso en el presente y en el futuro.
De esta manera entendemos que la pedagogía de hoy no se limita al estudio del  proceso  de aprendizaje  en el aula de las disciplinas  del conocimiento, sino a hacer de niños y niñas  seres afianzados en el sentido de pertenencia a su comunidad , y mas aun en problemáticas concretas como las de San Félix , hacer de la pedagogía una disciplina inspirada en la razón y en el corazón , El maestro rural es una agente transformador de una sociedad marginada  originada en un mundo profundamente desigual en oportunidades.
La pedagogía de hoy, es de tal manera una actitud positiva para transformar la sociedad, comenzando por las personas a quienes se les considera solo receptores de ideas rutinarias o preestablecidas  y el maestro rural debe perder el temor de actuar en favor de esa transformación. Para lograr esa transformación es necesario ayudar a que esas personas salgan del anonimato social y se reconozcan en sus valores y potencialidades; el primero en salir de esta situación de silencio y anonimato debe ser el mismo maestro.
Es pues esta visita una motivación para crecer como formador de personas y para dar una mirada al contexto mismo y a su transformación, a la vez  fue la oportunidad de conocer en poco tiempo todos los factores que influyen en todo proceso educativo de escenarios reales y concretos.