domingo, 25 de septiembre de 2011

Entre los actos de la dramaturgia y del teatro (Entre los paisajes y las paredes de San Isidro)

"Mira mis ojos, se encuentran rojizos y lagrimosos,
 pues están cansados de resistir radiantes soles 
y frías noches enteras"
Daniela Taborda Taborda.[1]

Que sea este frío domingo de septiembre, la oportunidad perfecta para comenzar a escribir y a recordar el encuentro vivido con los estudiantes de décimo de la Institución Educativa San Isidro; un encuentro cargado de múltiples voces, lecturas, palabras, un poco de música e inesperadas imágenes.
Así pues, me encontraba una vez más entre esos hermosos paisajes del norte antioqueño, en medio de una carretera que, esta vez, no fue tan impactante, y con mi mente dispuesta ya en la institución y en lo que sería el resto de esta imborrable jornada.

Volver a estar con el grado 10º era, para mí, un reto y un compromiso personal, pues quería compartir nuevamente con aquellos estudiantes, quienes me dieron la bienvenida en mi primera visita a San Isidro, y a quienes, quizá, no les entregué todo lo que podía haberles ofrecido.

Fue, entonces, con la dramaturgia y con el teatro, dos temas que se juntan y que me apasionan, con lo que decidí compartir con los estudiantes esta vez; digo compartir con ellos, porque no eran temáticas nuevas ni ajenas. Como me contaron al comienzo de la clase, ya habían realizado una obra de teatro y hasta escrito un monólogo, hace un par de años.

William Shakespeare
Con esta conversación inicial sobre lo que conocían y sabían de teatro, con mi presentación y el porqué de mi visita, comenzamos a profundizar en el tema y qué mejor manera de hacerlo, que con un breve recorrido por la historia de la dramaturgia, con unos cuantos artistas, desde los más clásicos de la cultura griega, hasta llegar a nuestros contemporáneos y colombianos dramaturgos. Fue así como Sófocles, Moliere, Shakespeare, Lorca, Enrique Buenaventura y otros tantos, estuvieron con nosotros durante estas horas de clase. Nos acercamos, también, a algunas de sus obras y a lo que significa realizar una lectura dramática, la cual es, de manera simple, una lectura grupal, colectiva y creativa, en donde se escuchan diversas voces y el encanto de ceder la palabra a otro, un otro que bien puede ser un compañero o el profesor.

De esta manera, una vez finalizada la lectura sobre los dramaturgos con sus respectivas obras, dimos paso a la distinción entre ese extraño término que es dramaturgia y el sentido de teatro, dejando claras algunas características de ellos y en qué momentos hacíamos uso de cada uno. Para ejemplificarlo, entonces, les presenté dos textos dramáticos; el primero fue una obra que escribí hace un par de semestres para el curso de Teatro (mal llamado, por cierto), la cual titulé La muñeca de Sonia y fue muy bonito sentir sus caras de asombro al decirles que la obra era de mi autoría; la leyeron con mucho ánimo, se notaron activos y despiertos con la actividad, siguiendo, claramente, la idea de la lectura dramática. El segundo ejemplo que les compartí fue un fragmento de un texto dramático titulado Háblame como la lluvia y déjame escucharte del autor estadounidense Tennessee Williams, en donde, pese a existir dos personajes, es uno quien lleva la voz gran parte del tiempo, esto con el fin de ilustrar la idea del monólogo, un ejercicio que realizarían posteriormente. Les dejo aquí un pedacito de la puesta en escena de la obra, es decir, del teatro, del arte de la acción (a propósito de lo abordado en la clase):



Y llegando ya al final de la clase, dimos paso al temeroso y trágico momento de la escritura del monólogo, el cual iba acompañado de fotografías de afrodescendientes y de música realizada por ellos. La idea central de este momento era que los estudiantes se arriesgaran a la escritura de un texto dramático, teniendo en cuenta las sugerencias anteriormente dadas y los ejemplos que acabábamos de leer, motivados por las imágenes y el sonido de algunos personajes sin nombre, sin cuerpo, sin un lugar en el mundo, pero sí con un rostro al que tenían la posibilidad de otorgarle todo eso que le faltaba; era un momento, en últimas, para pensar un poco en aquellos en los que, rara vez, nos atrevemos a pensar.

Dibujo realizado por Jorge Ramírez
Y así, entre negativas para realizar la actividad sugerida, entre silencios, muchos silencios (a pesar de que durante toda la clase sus voces fueron primordiales), y entre aquellos jóvenes que sí se arriesgaron a escribir y a darle vida a ese rostro negro, junto con aquél quien, en lugar de escribir, decidió regalarle una ilustración a La muñeca de Sonia, fue culminando la clase de español de los estudiantes de grado 10º de la Institución Educativa Rural San Isidro. Fue este espacio, entonces, un encuentro que permitió escucharnos, leer, escribir (aunque fuera poco) y hasta dibujar, nos permitió aprender y reflexionar. Todos fuimos, finalmente, los actores principales de esta obra.  

Se iba acercando, ahora, el momento de compartir todo esto con los estudiantes de 11º (otra historia, otra experiencia habitada, también, por muchos silencios) y el momento de retornar a la ciudad, hacia donde iba cargada de un sinfín de sensaciones, de preguntas, de ideas… y con el ánimo de no olvidar esta historia de la cual es sólo el comienzo.

[1] Fragmento de Ten piedad de mítexto dramático escrito por la estudiante Daniela Taborda Taborda, del grado 10º de la Institución Educativa Rural San Isidro

Publicado por: Laura Giraldo García.


lunes, 5 de septiembre de 2011

EN SAN FELIX... CON LOS CINCO SENTIDOS

La jornada pedagógica que se llevó a cabo en San Félix en el municipio de Bello se convirtió en una grandiosa oportunidad para la investigación en el campo de la lengua y la literatura en contextos de educación rural. En esta visita, si bien realizamos intervenciones académicas con los estudiantes como maestros en formación, también enriquecimos nuestro proceso pedagógico mediante el contexto rural; se llevó a cabo un trabajo de retroalimentación en el cual tanto la Institución Educativa Rural San Félix como nosotros, estudiantes de Licenciatura en básica con énfasis Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia, fuimos participes de un significativo  intercambio de intereses y saberes.

La primera parte de la jornada la compartí con los estudiantes del grado once. Con ellos realicé un taller de lectura y escritura desde el texto narrativo. Éste inició con una  activación de saberes previos sobre el texto narrativo que se realizó mediante la reconstrucción de un cuento popular: “Caperucita Roja”, todos los estudiantes  participaron motivados contando de manera oral una parte del cuento lo que sirvió como pretexto para adentrarnos en un conversatorio  grupal guiado sobre la temática del Texto Narrativo. Luego se realizó  la motivación para la actividad central con la lectura del cuento “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga, que por cierto no le gustó a la mayoría de los jóvenes del curso quienes lo imaginaron desde el priincipio mucho más terrorífico y de suspenso. Seguidamente les entregué unas consignas a los estudiantes con frases que debían incluir en su producción textual. Las consignas indicaban suspenso y con base en ellas tenían que escribir su propio cuento. Para finalizar se socializaron algunas producciones de manera voluntaria, de igual forma participaron en comentarios sobre las creaciones de sus compañeros. Esta actividad fue un éxito, los muchachos leyeron y escribieron sin ninguna dificultad, lo hicieron de manera creativa, e ingeniosa, lograron unos cuentos fabulosos que podían descrestar a los lectores. El mayor temor de los chicos antes de iniciar su proceso de escritura fue "La mala ortografía" dicho por ellos mismos quienes preguntando a los compañeros, a mí y al diccionario fueron entrando en confianza encontrándole el sabor al ejercicio propuesto de producción textual.   



En la segunda parte de la visita realizamos un Carrusel sobre Publicidad para l@s niñ@s de primaria. Aquí trabajé con ellos en la Base # 1: Volantes... que ejercicio tan bello, que experiencia tan bonita poder escuchar y leer a aquellos pequeños. 

La actividad consistía en que el amigo Pachín (títere) y yo les contábamos a los niños que son los Volantes y se realizaba un conversatorio con preguntas dirigidas sobre este medio de publicidad: ¿conocen algunos volantes?, ¿cómo son?, ¿para qué sirven? Se les muestran algunos Volantes. Luego se invitó a los niños a pensar en lo que más les gustaba de su Institución y porqué invitarían a otros niños a estudiar en ella. Participaron voluntariamente contando sus ideas. Se les entregó una hoja a cada niño para que, a partir de dibujos y escritura (como ellos supieran), elaboraran un volante para contar algo sobre su colegio e invitar a otros niños a matricularse en él.


Los resultados de esta actividad no fueron menos maravillosos que los del primer taller, la mayoría de los niños se dejaron motivar por el tema que les convocaba para escribir, nada más y nada menos que su colegio. De su Institución los niños hablaron cosas hermosas como que era la más linda del mundo, que las profes eran muy "enseñosas", que les daban vitaminas (para referirse al refrigerio escolar) y que aprendían cosas que no sabían... 

Esta actividad con los pequeñines se convirtió en otra forma de leer la Institución misma, su contexto, sus interacciones. 






Fabuloso estar en San Felix... vivirlo, sentirlo, respirarlo, escucharlo, observarlo, saborearlo aportó oro a nuestro trabajo investigativo, a nuestra práctica pedagógica, a nuestro ser como maestr@s.


Lina Marcela Restrepo A.

Y DECIDÍ SER MAESTRA... Experiencia Significativa



                                                                         Y decidí ser maestra justo después de que toda mi niñez la dediqué a jugar "Escuelita" y a "Ser la Profe"... Recuerdo esa Escuelita en el corredor de mi casa, con loncheras de verdad que yo, la profe, les regalaba a los niños (galletas, pan o si tenía dinero, confites), les hacía cuadernos con hojitas recortadas y pegadas con unos clics de colores que me enviaba una tía de EEUU, les prestaba lápices, todo con tal de que se sintieran felices de estar en  mi escuela y poder "jugar a eso tan bueno y tan bonito". Ese juego que, a la vez era soñar con la vida misma, empezó  a ser una linda realidad cuando entré a Estudiar a la Normal Superior de Envigado. Ingresé a estudiar allí cuando tenía 9 años al grado cuarto y desde que entré por primera vez a mi colegio me di cuenta que era el lugar dónde deseaba estar y estudiar hasta que estuviera grande como las practicantes que eran las jóvenes de 10 y 11 que hacían sus prácticas con nosotros los niños de la primaria. 

Estudiar en al Normal fue todo el tiempo una experiencia significativa porque enriquecía mi ser constantemente y alimentaba sin límites mi decisión de ser maestra. Una de las cosas que me más me gustaba era el trabajo con las practicantes; me encantaban las clases que ellas nos daban, eran totalmente diferentes a las de la profe titular del grupo. Nos proponían actividades que llamaban toda nuestra atención por su creatividad, eran divertidas, innovadoras y siempre nos enseñaban algo nuevo; el material que empleaban era fantástico, colorido, agradable a la vista. Estos espacios eran algo así como cuando un niño abre un regalo y sabe que lo que hay dentro de la envoltura es algo que deseaba con todas sus fuerzas. Cada que tenía un encuentro con ellas pensaba que yo quería ser así y elaborar materiales tan bonitos y actividades tan chéveres como las que ellas hacían. Y disfruté de las clases con las practicantes dos años, cuarto y quinto de primaria. 

Cursé también mi bachillerato en este fabuloso colegio, no me cambiaba por nadie y cada detalle afirmaba mi vocación, desde el uniforme hasta la profe con la que me identificaba, aquella quien era mi referente para decir: “yo quiero ser así”. El elemento que más marcó mi vida como estudiante en un bachillerato con énfasis en pedagogía fue, indudablemente, las prácticas pedagógicas. Las inicié en noveno cumpliendo unas horas de Vigías de Salud en un Preescolar privado, habían 12 estudiantes que oscilaban entre los 2 y 4 años de edad, yo no les daba clases, sólo acompañaba a la docente en sus múltiples actividades con los niños, era maravilloso hacer parte de ese lugar. En décimo y once empezamos a hacer las prácticas en la primaria de la Institución, es decir, que ya había llegado el tiempo de ser como esas muchachas que hacía seis años le cambiaban el color a las clases de los niños haciéndoles más amenas sus jornadas escolares; ahora si planeaba y ejecutaba unas clase orientada por la docente de práctica y por la docente del grupo que nos acompañaba y nos orientaba todo el tiempo; que lindas y significativas experiencias cuando interactúas con esos pequeñines que por primera vez te llaman “profe”… que fortaleza te da esa palabra para seguir adelante en tu formación pedagógica.
Con respecto a la docente con quien me identificaba en bachillerato, puedo decir orgullosamente que era  con la profe de Lengua Castellana. Esta área era la que más me había gustado desde siempre, al contrario de muchos, no porque me gustara mucho leer, sino porque me encantaba escribir. En las clases de español llevábamos dos cuadernos el de los contenidos del área y otro que era sólo para escritura espontánea, la profe ponía el tema y libremente los estudiantes escribíamos un cuento, una poesía, o una reflexión o un “ensayo”. Yo escribía, recuerdo, cosas muy bellas y decoraba las páginas con todos los detalles posibles, así solemos ser las normalistas, y cuando empezaba la clase era de las primeras en levantar la mano para socializar mis producciones por las cuales la docente me felicitaba haciéndome sentir que tenía muchas capacidades para esta linda tarea de escribir. Así transcurrió mi bachillerato, dando buen rendimiento en todas las áreas, excepto en matemáticas; y en Español a parte de tener un nivel de desempeño alto, era la materia que más disfrutaba y con la cual identificaba todos mis intereses académicos.


Continué el Ciclo Complementario, inicié mis estudios como Normalista Superior en el énfasis de Lengua Castellana. En estos dos grados tuve mi primer acercamiento significativo con la literatura. Recuerdo un curso en especial que fue la puerta para este encuentro con la lectura, con la literatura: Teorías Literarias. A partir de ahí inicié con hábitos de lectura que hasta entonces no había desarrollado y empezó a gustarme, ya no sólo escribir, sino leer, leer cada día más.

Me gradué entonces como Normalista Superior de Envigado en el año 2004 y obtuve una mención como Mejor Normalista Superior Énfasis Lengua Castellana. Dicha mención la obtuve por la excelencia académica durante el proceso de formación y por la calificación de 4.9 en el trabajo de grado realizado en el Ciclo Complementario sobre los niveles de conceptualización de lectura y escritura en los niños.

Así pues, las experiencias más significativas en mi proceso de formación como docente se resumen en dos hermosas realidades: jugar Escuelita y ser Normalista...


Lina Marcela Restrepo A.  

sábado, 3 de septiembre de 2011

San Félix: Alimentados por la diversidad.

Por: Iván Fernando Pérez Loaiza.

“hay que actuar con realismo e idealismo en la búsqueda de lo que se puede hacer y hacerlo sin horizonte utópico que nos lleve a inventar lo inédito viable y atrevernos a incursionar por caminos no transitados.”  Paulo Freire
Entendemos que, para el hombre, el mundo es una realidad objetiva, independiente de él, posible de ser conocida, Sin embargo, es fundamental partir de la idea de que el hombre es un ser de relaciones y no solo de contactos, no sólo está en el mundo sino con el mundo. De su apertura a la realidad, de donde surge el ser de relaciones que es, resulta esto que llamamos estar con el mundo.
Hay una pluralidad en las relaciones del hombre con el mundo, en la medida en que responde a la amplia variedad de sus desafíos, en que no se agota en un solo tipo ya establecido de respuesta. Su pluralidad no se da frente a los diferentes desafíos que parten de su contexto, sino frente a un mismo desafío. En el juego constante de sus respuestas, se altera en el propio acto de responder, se organiza, elige la mejor respuesta, se prueba, actúa, hace todo eso con la certeza de quien usa una herramienta, con la conciencia de quien está delante de algo que lo desafía.
A partir de las relaciones del hombre con la realidad, resultantes de estar con ella y en ella, por los actos de creación, recreación y decisión, éste va dinamizando su mundo. Va dominando la realidad, humanizándola, acrecentándola, con algo que él mismo crea; va temporalizando los espacios geográficos, hace cultura. Y este juego de relaciones del hombre con el mundo y del hombre con los hombres, desafiando y respondiendo al desafío, alterando, creando, es lo que no permite la inmovilidad, ni de la sociedad ni de la cultura.
A partir de esta introducción podemos adentrarnos a una visión mas propia del espacio que hoy nos ocupa y de un contexto especifico que nos congrega: “institución educativa San Félix”, y desde allí observar las diferentes experiencias y conclusiones que nos dejan este cercamiento real a un espacio educativo concreto.
Cada experiencia es significativa en una escala en donde diferentes circunstancias nos impactan, nos recrean, nos retroalimentan y desde  este punto de la retroalimentación es que tratare de contar mi experiencia en este contexto educativo.
La experiencia durante el ejercicio me permitió conocer dos espacios concretos de la vida escolar, en un primer momento la relación entre maestro-estudiante y en un segundo memento la relación entre pares.
Mi ejercicio de aula nuevamente me resulta plenamente gratificante, pues es en el aula en que verdaderamente se alcanza la plenitud del trabajo hecho con satisfacción, es decir, el contacto entre maestro-alumno es quien finalmente te lleva a responder a la bolsa de inquietudes que llevas en el maletín de tu cabeza, ese cuestionamiento constante de ser maestro alcanza la solución en el contacto cara a cara con tus estudiantes, con esas personas que te reconstruyen con cada palabra o situación propia del aula, estos seres que se quedan pero a la vez te devuelven el conocimiento sin antes no alimentarlo con aquel sabor indescriptible que cada personita le da desde su particularidad.
El trabajo de aula te motiva para que refirmes tu vocación de ser maestro, te llena la mochila del corazón y te aliviana, se vuelve un solo ser en la interacción personal de os sujetos en sus diferentes dinámicas aquel que desea conocer y el otro que desea profundamente vaciarse como un vaso para ser conocido y dar a conocer, es decir el poseedor de la luz mas no de la verdad absoluta que en el contacto con el otro van creando una verdad conjunta su propia verdad, y que es esto sino la verdadera educación.
En un segundo momento mas allá de la critica en la relación entre pares, entraría en una reflexión acerca del verdadero y comprometido maestro rural, aquel que acompaña y guía, aquel que esta profundamente convencido mas que de su trabajo de su vida misma que se resume en educar, mas allá de criticar el sistema el maestro reconstruye, mas allá de el vacio discursivo o el deseo de sobresalir el maestro es el humilde servidor de la comunidad a la cual se debe y por la cual trabaja.
Los verdaderos  maestros rurales colombianos  son aquellos profesionales que conocen de cerca  la situación social de las familias del campo, porque conviven en medio de las dificultades de acceso a sus lugares de trabajo y de igual manera han observado cómo los pequeños estudiantes deben afrontar dificultades para asistir a la escuela. De igual manera reconocen las fortalezas  que  tienen las escuelas rurales: mayor conocimiento del entorno inmediato y de las familias que componen la vereda.
Muchos docentes han tenido que adaptarse a un ambiente hostil, originado en la violencia sociopolítica y del narcotráfico que ha dificultado la vida en el área rural, de tal manera que es el docente rural un conocedor valiente ,que no solamente lleva conocimiento al aula o lo ayuda a descubrir a sus  alumnos, sino que reconociendo profundamente algunos síntomas de los problemas de su país, ha contribuido a dar a los pequeños voces de  aliento ante las dificultades , pero su labor pedagógica no debe quedarse en adoptar una  actitud  pasiva, sino transformadora , ayudando a los menos letrados a comprender el mundo y las actuaciones humanas; ayudar a crear conciencia de las dificultades ,para que puedan abrirse paso en el presente y en el futuro.
De esta manera entendemos que la pedagogía de hoy no se limita al estudio del  proceso  de aprendizaje  en el aula de las disciplinas  del conocimiento, sino a hacer de niños y niñas  seres afianzados en el sentido de pertenencia a su comunidad , y mas aun en problemáticas concretas como las de San Félix , hacer de la pedagogía una disciplina inspirada en la razón y en el corazón , El maestro rural es una agente transformador de una sociedad marginada  originada en un mundo profundamente desigual en oportunidades.
La pedagogía de hoy, es de tal manera una actitud positiva para transformar la sociedad, comenzando por las personas a quienes se les considera solo receptores de ideas rutinarias o preestablecidas  y el maestro rural debe perder el temor de actuar en favor de esa transformación. Para lograr esa transformación es necesario ayudar a que esas personas salgan del anonimato social y se reconozcan en sus valores y potencialidades; el primero en salir de esta situación de silencio y anonimato debe ser el mismo maestro.
Es pues esta visita una motivación para crecer como formador de personas y para dar una mirada al contexto mismo y a su transformación, a la vez  fue la oportunidad de conocer en poco tiempo todos los factores que influyen en todo proceso educativo de escenarios reales y concretos.


Autobiografía inconclusa por: Iván Fernando Pérez Loaiza.

¡No sabía quién era!

En un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, había un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era! Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano: "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas, ¡mira que fácil es!" "No lo escuches", exigía el rosal. "Es más sencillo tener rosas y ¡ve que bellas son!"

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

No encontraba a pesar de sus esfuerzos para que tipo e árbol había nacido o de que manera podía dar los frutos que necesitaba para ser el mejor del jardín, pasaba ratos enteros pensando quien era y más aun que tipo de árbol podía llegar hacer, sus horas se iban enteras meditando que frutos debía llegar a dar para no desentonar en tan hermoso jardín.

En un comienzo trato de seguir los comienzos del manzano de dar dulces frutos dulces al paladar de aquellos que quisieran comer tan sabrosos frutos, pensaba que con tan deliciosos frutos podría llenar los sentidos de muchas personas y de esta manera seria recordado como el gran manzano que cambio para siempre la historia del bello jardín pues nunca habría en aquel lugar un manzano que diera frutos tan magníficos.

Lo intento por mucho tiempo pero por mas esfuerzo que hacia fuera de ramas no podía florecer y mas aun no podía dar ni una sola manzana para ser disfrutada por ansiosos comensales.

Desasistió de su tarea al darse cuenta que finalmente su esencia no era ser manzano, que sus intentos fueron en vano y aunque estaba tan entusiasmado con la idea de los frutos logro darse cuenta que aunque luchara una vida entera en su papel de árbol o mejor en su interior nunca podría dar manzanas, y nuevamente el árbol se sintió profundamente triste y nuevamente se dio cuenta que ¡No sabía quién era!.

Entonces se inclino por la segunda idea, la del rosal, y pensó que si no podía dar frutos sabrosos tal vez podría intentar dar otros más hermosos como las rosas, pero como su problema de no saber quien era le había infundado tantos temores pensó en las espinas de las rosas y que, a pesar de su belleza, las rosas también traían una dificultad la de las espinas, pero olvido esto por un momento.

El árbol que ¡No sabía quién era! Se entrego a una nueva ilusión, en esta ocasión pensó en lo hermoso que seria dar belleza al jardín en cada primavera, adornar de hermosas rosas el extenso verde del paisaje, de llenar de aromas el aire y que cada visitante del jardín al mirarlo se maravillara.

Nuevamente su intento fue en vano y en esta ocasión invirtió el doble del tiempo que en el afán de da manzanas, fuera de volverse un poco mas frondoso en sus hojas ni siquiera pudo brotar un tallo, ni una espina y mucho menos un asomo de pétalo de rosa, entonces el árbol se angustio profundamente pues ¡No sabía quién era!.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete... y para lograrlo, escucha tu voz interior."

Y dicho esto, el búho desapareció. "¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió.

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje...

- Tienes una misión: ¡Cúmplela!" Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor: ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?... ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer? En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.


jueves, 1 de septiembre de 2011

UNA HISTORIA QUE SALE DE LA NADA

“Siempre que se hace una historia
se habla de un viejo, de un niño o de sí,
pero mi historia es difícil:
no voy a hablarles de un hombre común.
Haré la historia de un ser de otro mundo,
de un animal de galaxia.
Es una historia que tiene que ver
con el curso de la Vía Láctea.
Es una historia enterrada.
Es sobre un ser de la nada”
Canción del elegido
Silvio Rodríguez

Contar historias parece algo demasiado simple, y más aún para el maestro, quien tiene a diario al menos algo que referir sobre su jornada, sin embargo no es tan fácil cuando lo que se trata es de hablar de un lugar casi desconocido, de un espacio que hasta hace poco fue parte de esa nada en la que se encuentra lo que de alguna manera “no existe”.
Hace unas pocas semanas San Félix en mi mente era tan solo el nombre de un lugar, luego una expectativa y ahora un bonito recuerdo que se convierte en promesa. Un lugar en que habité como maestra durante unas pocas horas y que quedará en mi mente como la primera experiencia real de práctica dentro de la universidad.
Pensar en San Félix y específicamente en los estudiantes de noveno fue asumir el reto de preparar una clase en la cual ellos fuesen protagonistas, en la cual pudieran salirse de la rutina escolar y dejarse atrapar por el mundo de la literatura como excusa para reflejar el contexto, es por esto que pensé en mi escritor favorito, en un género literario llamativo y en un texto que se pudiera conectar con la realidad de los estudiantes. Apareció entonces el cuento “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” de Gabriel García Márquez como oportunidad para convocar las tres características. Es así como llegue a un lugar hasta entonces desconocido pero ya imaginado con la idea de leer, narrar, escribir, pero ante todo disfrutar la posibilidad de ser maestra con grupos de personas “reales”, tangibles.
Del grupo de noveno conformado por 24 estudiantes asistieron 21. Por fin estaba allí ante 21 personas dispuestas a escucharme pero ante todo a la expectativa de lo que iba a proponerles esta practicante que interrumpía sus clases con la alegría de ellos y la sorpresa de los profes.
Para iniciar hablamos acerca de hechos graves ocurridos en su pueblo que recordaban los estudiantes, todos coincidieron en hablar de “la creciente” hecho en el cual una quebrada desbordada ocasionó grandes daños en algunas viviendas, con este recuerdo inicial pasamos a la lectura del cuento en pequeños fragmentos, 5 grupos de estudiantes debían leer su parte y luego asegurarse de que el resto del grupo la comprendiera, en este espacio surgió una conclusión interesante en cuanto la literatura, a los estudiantes del grupo les gusta narrar, representar y es tal la confianza que tienen entre ellos que no hay temor a exponer ideas.
Para continuar reconstruimos entre todos la historia y la leímos, la actividad de comprensión consistió en elaborar dos mapas sobre el texto, un mapa mental general del cuento y un mapa con los personajes y sus relaciones, en esta parte los estudiantes tienen claro qué es un esquema más no hubo comprensión sobre la idea de mapa mental.
Finalmente los estudiantes analizaron las causas, consecuencias y hechos centrales de la historia, demostrando un buen nivel de lenguaje oral y escrito.

De este modo comenzaba a sentirme cada vez más cómoda en ese lugar, que antes no era más que una parte de esa nada desconocida. Seres poco comunes a mis recuerdos, rostros no reconocidos pero cada vez más cercanos a una nueva realidad. Estudiantes que valoran y resaltan su educación rural como parte fundamental de su formación por diversas razones como el sentirse seguros en el lugar que habitan y motivaciones personales.
Pero no todo era tan mágico como un cuento de Gabo, después del descanso llegaría un reto al asumir el papel de docente con los estudiantes de básica primaria, es curioso, pero fue más fácil compartir dos horas con noveno que 10 minutos con cada grupo de preescolar a cuarto. Con algunas dificultades logré comprender que a los niños les gusta leer y me quedo una pregunta que aun hoy no logro resolver ¿por qué si cuando iniciamos a leer es toda una aventura, fascinante, con el tiempo para muchos se convierte en algo mecánico y aburrido y más aún cuál es el papel de la escuela es este hecho? Queda esta pregunta en el tintero para que como maestros en ejercicio y en formación tratemos de responderla.
Bueno, es esta una historia que sale de la nada, de ese lugar olvidado en el que se ha convertido la educación rural en nuestro país, una historia nacida en un contexto maravilloso del cual hasta los mismos maestros parecemos habernos olvidado, y que sin embargo tiene grandes fortalezas e historias para contarnos. Es este un lugar que se narra a sí mismo, que día a día lucha por mantenerse en pie, una historia enterrada en miles de escuelas e instituciones rurales llenas de procesos admirables sacados a flote, tal vez sin grandes recursos, pero si con algo que debe permearnos a todos los maestros: VOCACIÓN.
Alexandra Monsalve